martes, 19 de octubre de 2010

Fragmentos del Señor de los anillos (Selección 1)


Dejo varios diálogos de una de mis sagas de libros favoritas:


"Igual que en las grandes historias, señor Frodo, las que realmente importan. Llenas de oscuridad y constantes peligros, esas de las que no quieres saber el final, porque ¿cómo van a acabar bien?¿cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final, todo es pasajero, como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso a un nuevo día.
Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aún cuando eres demasiado pequeño para entenderlas.
Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo, ahora lo entiendo, los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran, pero no lo hacen, siguen adelante, porque todos luchan por algo.
-¿Por qué luchas tu Sam?
-Para que el bien reine en este mundo, señor Frodo. Se puede luchar por eso.



"¡Qué lástima que Bilbo no haya matado a esa vil criatura cuando tuvo la oportunidad!
-¿Lástima? Sí, fue lástima lo que detuvo la mano de Bilbo. Lástima y misericordia: no matar sin necesidad. Y ha sido bien recompensado, Frodo; puedes estar seguro: la maldad lo rozó apenas y al fin pudo escapar por el modo en que tomó posesión del Anillo, con lástima.
-Lo lamento -dijo Frodo-; estoy asustado y no siento ninguna lástima por Gollum.
-No lo has visto -interrumpió Gandalf.
-No, y no quiero verlo -replicó Frodo-. No puedo entenderte. ¿Quieres decir que tú y los elfos habéis dejado que siguiera viviendo después de todas esas horribles hazañas? Ahora, de cualquier modo, es tan malo como un orco y además un enemigo. Merece la muerte.
-La merece, sin duda. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos."

Estos dos que siguen son de las pelis:


Arwen: ¿Por qué temes al pasado? Eres el heredero de Isildur, no Isildur en persona. Tú no compartes su destino.
Aragorn: La misma sangre corre en mis venas. La misma debilidad.
Arwen: Tu tiempo llegará. Te enfrentarás al mismo mal, y lo derrotarás.
A si i-Dhúath ú-orthor, Aragorn. Ú or le a ú or nin (La sombra aún no domina, ni sobre ti, ni sobre mi)


Aragorn: Dijiste que acabarías uniéndote a mí, renunciando a la vida inmortal, propia de tu pueblo.
Arwen: Y lo sigo diciendo. Antes compartiría una vida contigo que enfrentarme a todas las Edades de este mundo sola. Elijo una vida mortal.
Aragorn: No puedes darme esto.
Arwen: Dárselo a quien quiero es mi privilegio. Como mi corazón







El próximo posteo que haga, va a ser de dos frases (una de Aragorn y otra del rey de Rohan, antes de ir a la batalla que son excelentes)

jueves, 30 de septiembre de 2010

La diferencia entre cielo e infierno

Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: Tenían que comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.

Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Sacado de un libro sobre Simón Rodriguez, pedagogo y maestro de Simón Bolívar

"Leer es resucitar ideas sepultadas en el papel; cada palabra es un epitafio: llamarlas a la vida es una especie de milagro, y para hacerlo es menester conocer los espíritus de las difuntas o tener espíritus equivalentes que subrogarles; un cuerpo con el alma de otro sería un disfraz de carnaval; y cuerpo sin alma, sería un cadáver".

lunes, 16 de agosto de 2010

Fragmento de la saga "Historias de Terramar lV - Tehanu" de Ursula Le Guin



Cuando Segoy sacó del mar las islas del mundo al comienzo de los tiempos, los dragones fueron los primeros seres nacidos de la tierra y del viento que soplaba sobre la tierra. Eso dice la Canción de la Creación. Pero su canto también decía que en ese entonces, en un comienzo, los dragones y los hombres eran una sola cosa. Eran un solo pueblo, una raza, seres alados que hablaban la Lengua Verdadera.
Eran hermosos, y fuertes, y sabios, y libres.
Pero con el tiempo nada puede ser sin devenir. Entonces algunos de los del pueblo de dragones se aficionaron más y más al vuelo y a lo primitivo, y empezaron a relacionarse cada vez menos con el quehacer, o con el estudio y el aprendizaje, o con las casas y las ciudades. Sólo querían volar cada vez más lejos, cazando y comiéndose sus presas, ignorantes y despreocupados, ansiosos de más y más libertad.
Otros seres del pueblo de dragones empezaron a interesarse menos por el vuelo y en cambio comenzaron a acumular tesoros, riquezas, objetos, conocimientos. Construyeron casas, fortalezas para guardar sus tesoros, para así poder legarles a sus hijos todo lo que habían adquirido, tratando sin cesar de poseer más y más. Y llegaron a temer a los seres salvajes, que podían llegar volando y destruir todos sus preciados tesoros, consumirlos en un estadillo de llamas por simple desdén y crueldad.
Los salvajes no se atemorizaban ante nada. No aprendían nada. Como eran ignorantes e intrépidos, no podían ponerse a resguardo cuando los que no volaban los atrapaban como animales y les daban muerte. Pero otros seres salvajes llegaban volando y prendían fuego a las hermosas casas, y destruían y asesinaban. Los más fuertes, salvajes o sabios, eran ios que daban muerte antes a los otros.
Los más temerosos se ocultaban para no participar en la lucha y cuando ya no había donde ocultarse, escapaban. Recurrían a su destreza para fabricar cosas y construían barcas y se marchaban hacia el este, alejándose de las islas occidentales donde los enormes seres alados embestían entre las torres destruidas.
Entonces, los que habían sido dragones y seres humanos a la vez se transformaron, convirtiéndose en dos pueblos: los dragones, siempre menos numerosos y más primitivos, dispersos por su codicia y su cólera infinitas e insensatas, en las lejanas islas del Confín del Poniente; y los seres humanos, multiplicándose sin cesar en sus opulentos pueblos y ciudades, ocupando las Islas Interiores, y todo el sur y el este. Pero algunos de ellos conservaron el saber de los dragones —la Lengua Verdadera de la Creación— y ésos son ahora los hechiceros.
Pero, como dice la canción, entre nosotros también hay algunos que saben que antaño fueron dragones, y entre los dragones hay algunos que saben de su parentesco con nosotros. Y éstos dicen que cuando el pueblo único se convirtió en dos pueblos, algunos de ellos, que aún eran seres humanos y dragones, que aún tenían alas, no se marcharon hacia el este sino hacia el oeste, por sobre el Mar Abierto, hasta llegar al otro lado del mundo. Allí viven en paz, como enormes seres alados a la vez salvajes y sabios, con mente humana y corazón de dragón. Y entonces la mujer cantó:
"Más al oeste que el oeste
más allá de la tierra
mi pueblo danza
en el otro viento."

miércoles, 4 de agosto de 2010

Extracto de La rueda del tiempo 13 (10 versión vieja): "El cuenco de los vientos", de Robert Jordan

Para Perrin, con su agudeza visual, la luz de la luna era casi tan intensa como la del sol, pero en ese momento habría deseado que lo envolviera la más profunda oscuridad. Rand tenía el rostro crispado y demacrado; era el semblante de un hombre que tiene ganas de gritar o tal vez de romper a llorar y que se está conteniendo con todas sus fuerzas. Fuera cual fuera el truco que las Aes Sedai utilizaban para que el calor no las afectara, Rand y los Asha'man también lo conocían, pero su amigo no lo estaba usando en ese momento. La temperatura nocturna habría sido la normal de un día de verano caluroso, y el sudor le corría a Rand por la cara tanto como a Perrin.
A pesar de que Perrin había hecho ruido al pisar la hierba reseca, Rand no miró hacia atrás; no obstante, habló con voz enronquecida, sin dejar de mecerse:
—Ciento cincuenta y una, Perrin. Ciento cincuenta y una Doncellas han muerto hoy. Por mí. Se lo prometí, ¿comprendes? ¡No discutas conmigo! ¡Cállate! ¡Vete! —A pesar de transpirar profusamente, Rand tembló—. No es a ti, Perrin. No es a ti. Tengo que mantener mis promesas, ¿entiendes? He de hacerlo, por mucho que me duela. Pero también debo mantener la promesa que me hice a mí mismo. Por mucho que duela.
Perrin trató de no pensar en la suerte que aguardaba a los hombres capaces de encauzar. Los afortunados morían antes de volverse locos; los que no tenían suerte, morían después. Tanto si Rand se encontraba entre los primeros o los segundos, todo dependía de él. Todo.

lunes, 2 de agosto de 2010

El mejor amigo del hombre


El mejor amigo que un hombre pueda tener, podrá volverse en su contra y convertirse en su enemigo. Su propio hijo o hija, a quienes crió con amor y atenciones infinitas, pueden demostrarle ingratitud. Aquellos que están mas cerca de nuestro corazón, aquellos a quienes confiamos nuestra felicidad y buen nombre, pueden convertirse en traidores.El dinero que un hombre pueda tener también podrá perderlo, se volará en el momento que más lo necesite.
La reputación de un hombre quedará sacrificada por un momento de locura o debilidad. Las personas están dispuestas a caer de rodillas para honrar nuestros éxitos, serán los que arrojen la primera piedra, cuando el fracaso coloque nubes sobre nuestro porvenir.
El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que no lo va a traicionar o negar, es su PERRO. Caballeros del jurado, el perro de un hombre está a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío piso donde sopla el viento y cae la nieve, sólo para estar junto a su amo. Besará la mano que no tenga comida para ofrecerle, lamerá las heridas y amarguras que produce el enfrentamiento con el áspero mundo. Si la desgracia deja a su amo sin hogar y amigos, el confiado perro solo pide el privilegio de acompañar a su amo para defenderlo contra todos sus enemigos. Y cuando llega el último acto, y la muerte hace su aparición y el cuerpo es enterrado en la fría tierra, no importa que todos los amigos hayan partido. Allí junto a la tumba, se quedará el noble animal, su cabeza entre sus patas, los ojos tristes pero abiertos y alertas, noble y sincero, mas allá de la muerte.



La imagen es de mi perro Roy, quién fue mi fiel compañero durante 13 años y cumplió cada una de las cosas expuestas en este texto. Ya que quieren matar tantos perros en Neuquen comparto esto para que podamos decir un gran No, y que la única especie racional de este planeta use ese don divino para de una vez por todas no hacer daño a sus seres cercanos.

domingo, 18 de julio de 2010

Dolor (letra de una canción que compuse hace un tiempo :) )





Me piden que piense un poco mejor,
no entienden porque sigo aferrandome así
a este humilde sentimiento que no busca morir,
y que puede ser la causa de todo este dolor.

Y aunque sé que la noche es larga
soñaré y descansare sonriendo.
Correré por el valle oscuro
sin temor, solo confiando…

Que tú estas conmigo,
y contigo el dolor se va.

No eres tú dragón, mi guía,
la bebida que me ofreces es el mal.
Aléjate de mí, no me insistas.
Es la luz la que triunfa sobre la oscuridad…

Y yo sé que el camino es duro,
lucharé progresando en cada intento.
Sufriré entregando todo
con honor, estando seguro...

Que tú estas conmigo,
y contigo el dolor se va.

domingo, 11 de julio de 2010

Los tres árboles



Erase una vez, en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles amigos que soñaban en grande sobre lo que el futuro deparaba para ellos.
El primer árbol miró hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y de piedras preciosas. Yo seré el cofre de tesoros mas hermoso del mundo". El segundo árbol observó el pequeño arroyo en sus camino hacia el mar y dijo: "Yo quiero viajar a través de mares inmensos y llevar conmigo a reyes poderosos. Yo seré el barco más importante del mundo". El tercer árbol miró hacia el valle y vio a hombres agobiados de diversos infortunios, dijo: "Yo no quiero jamas dejar la cima de la montaña. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se detenga a mirarme, levanten su mirada al cielo y piensen en Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo".
Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles se convirtieron en majestuosos cedros. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo: "¡Qué árbol tan hermoso!", y con la arremetida de su hacha el primer árbol cayó. "Ahora me deberán convertir en un cofre hermoso. Voy a contener tesoros maravillosos", dijo el primer árbol. Otro leñador miró al segundo árbol y dijo: "¡Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mi!". Y con la arremetida de su hacha, el segundo árbol cayó. "Ahora deberé navegar mares inmensos", pensó el segundo árbol, "Deberé ser el barco más importante para los reyes mas poderosos de la tierra". El tercer árbol sintió su corazón hundirse de pena cuando el último leñador se fijó en él. El árbol se paró derecho y alto, apuntando al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba, y dijo: "¡Cualquier árbol me servirá para lo que busco!". Y con la arremetida de su hacha, el tercer árbol cayó.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó al taller, pero pronto vino la tristeza. El carpintero lo convirtió en un pobre pesebre para alimentar a las bestias. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni contuvo piedras preciosas. Solo contenía pasto.El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero. Pero pronto se entristeció porque no era el mar sino un lago. No habían por allí reyes sino pobres pescadores. En lugar de convertirse en el gran barco de sus sueños, hicieron de el una simple barcaza de pesca, demasiado chica y débil para navegar en el océano. Allí quedó en el lago con los pobres pescadores que nada de importancia tienen para la historia.
Pasó el tiempo. Una noche, brilló sobre el primer árbol la luz de una estrella dorada. Una joven puso a su hijo recién nacido en aquel humilde pesebre. "Yo quisiera haberle construido una hermosa cuna", le dijo su esposo... La madre le apretó la mano y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba al niño que apaciblemente dormía sobre la paja y la tosca madera del pesebre. "El pesebre es hermoso" dijo ella y, de repente, el primer árbol comprendió que contenía el tesoro mas grande del universo.
Pasaron los años y una tarde, un gentil maestro de un pueblo vecino subió con unos pocos seguidores a bordo de la vieja barca de pesca. El maestro, agotado, se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente sobre el lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta se abatió sobre ellos. El segundo árbol se llenó de temor pues las olas eran demasiado fuertes para la pobre barca en que se había convertido. A pesar de sus mejores esfuerzos, le faltaban las fuerzas para llevar a sus tripulantes seguros a la orilla. ¡Naufragaba!. ¡que gran pena, pues no servía ni para un lago!. Se sentía un verdadero fracaso. Así pensaba cuando el maestro, sereno, se levanta y, alzando su mano dio una orden: "calma". Al instante, la tormenta le obedece y da lugar a un remanso de paz. De repente el segundo árbol, convertido en la barca de Pedro, supo que llevaba a bordo al rey del cielo, tierra y mares.
El tercer árbol fue convertido en sendos leños que por muchos años fueron olvidados como escombros en un oscuro almacén militar. ¡Qué triste yacía en aquella penuria inútil, qué lejos le parecía su sueño de juventud!
De repente un viernes en la mañana, unos hombres violentos tomaron bruscamente esos maderos. El tercer árbol se horrorizó al ser forzado sobre las espaldas de un inocente que había sido golpeado sin misericordia. Aquel pobre reo lo cargó, doloroso, por las calles ante la mirada de todos. Al fin llegaron a una loma fuera de la ciudad y allí le clavaron manos y pies. Quedo colgado sobre los maderos del tercer árbol y, sin quejarse, solo rezaba a su Padre mientras su sangre se derramaba sobre los maderos. el tercer árbol se sintió avergonzado, pues no solo se sentía un fracasado, se sentía además cómplice de aquél crimen ignominioso. Se sentía tan vil como aquellos blasfemos ante la víctima levantada.
Pero el domingo en la mañana, cuando al brillar el sol, la tierra se estremeció bajo sus maderas, el tercer árbol comprendió que algo muy grande había ocurrido. De repente todo había cambiado. Sus leños bañados en sangre ahora refulgían como el sol. ¡Se llenó de felicidad y supo que era el árbol mas valioso que había existido o existirá jamás pues aquel hombre era el rey de reyes y se valió de el para salvar al mundo!
La cruz era trono de gloria para el rey victorioso. Cada vez que la gente piense en él recordarán que la vida tiene sentido, que son amados, que el amor triunfa sobre el mal. Por todo el mundo y por todos los tiempos millares de árboles lo imitarán, convirtiéndose en cruces que colgarán en el lugar mas digno de iglesias y hogares. Así todos pensarán en el amor de Dios y, de una manera misteriosa, llegó a hacerse su sueño realidad. El tercer árbol se convirtió en el mas alto del mundo, y al mirarlo todos pensarán Dios.

martes, 6 de julio de 2010

Fragmento de "El juguete rabioso", de Roberto Arlt

Algunas veces en la noche, hay rostros de doncellas que hieren con espada de dulzura. Nos alejamos, y el alma nos queda entenebrecida y sola, como después de una fiesta.
Realizaciones excepcionales... se fueron y no sabemos más de ellas, y sin embargo nos acompañaron una noche teniendo la mirada fija en nuestros ojos inmóviles... y nosotros heridos con espadas de dulzura, pensamos cómo sería el amor de esas mujeres con esos semblantes que se adentraron en la carne.
Congojosa sequedad del espíritu, peregrina voluptuosidad áspera y mandadora[...]
Yo me he estado horas continuas persiguiendo con los ojos la forma de una doncella que durante el día me dejó en los huesos ansiedad de amor.

miércoles, 30 de junio de 2010

¿Cuánta tierra necesita un hombre? - León Tolstoi

(vale la pena, saquen sus propias conclusiones)


Érase una vez un campesino llamado Pahom, que había trabajado dura y honestamente para su familia, pero que no tenía tierras propias, así que siempre permanecía en la pobreza. "Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra -pensaba a menudo- los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada propio. Las cosas serían diferentes si tuviéramos nuestra propia tierra."
Ahora bien, cerca de la aldea de Pahom vivía una dama, una pequeña terrateniente, que poseía una finca de ciento cincuenta hectáreas. Un invierno se difundió la noticia de que esta dama iba a vender sus tierras. Pahom oyó que un vecino suyo compraría veinticinco hectáreas y que la dama había consentido en aceptar la mitad en efectivo y esperar un año por la otra mitad.
"Qué te parece -pensó Pahom- Esa tierra se vende, y yo no obtendré nada."
Así que decidió hablar con su esposa.
-Otras personas están comprando, y nosotros también debemos comprar unas diez hectáreas. La vida se vuelve imposible sin poseer tierras propias.
Se pusieron a pensar y calcularon cuánto podrían comprar. Tenían ahorrados cien rublos. Vendieron un potrillo y la mitad de sus abejas; contrataron a uno de sus hijos como peón y pidieron anticipos sobre la paga. Pidieron prestado el resto a un cuñado, y así juntaron la mitad del dinero de la compra. Después de eso, Pahom escogió una parcela de veinte hectáreas, donde había bosques, fue a ver a la dama e hizo la compra.
Así que ahora Pahom tenía su propia tierra. Pidió semilla prestada, y la sembró, y obtuvo una buena cosecha. Al cabo de un año había logrado saldar sus deudas con la dama y su cuñado. Así se convirtió en terrateniente, y talaba sus propios árboles, y alimentaba su ganado en sus propios pastos. Cuando salía a arar los campos, o a mirar sus mieses o sus prados, el corazón se le llenaba de alegría. La hierba que crecía allí y las flores que florecían allí le parecían diferentes de las de otras partes. Antes, cuando cruzaba esa tierra, le parecía igual a cualquier otra, pero ahora le parecía muy distinta.
Un día Pahom estaba sentado en su casa cuando un viajero se detuvo ante su casa. Pahom le preguntó de dónde venía, y el forastero respondió que venía de allende el Volga, donde había estado trabajando. Una palabra llevó a la otra, y el hombre comentó que había muchas tierras en venta por allá, y que muchos estaban viajando para comprarlas. Las tierras eran tan fértiles, aseguró, que el centeno era alto como un caballo, y tan tupido que cinco cortes de guadaña formaban una avilla. Comentó que un campesino había trabajado sólo con sus manos, y ahora tenía seis caballos y dos vacas.
El corazón de Pahom se colmó de anhelo.
"¿Por qué he de sufrir en este agujero -pensó- si se vive tan bien en otras partes? Venderé mi tierra y mi finca, y con el dinero comenzaré allá de nuevo y tendré todo nuevo".
Pahom vendió su tierra, su casa y su ganado, con buenas ganancias, y se mudó con su familia a su nueva propiedad. Todo lo que había dicho el campesino era cierto, y Pahom estaba en mucha mejor posición que antes. Compró muchas tierras arables y pasturas, y pudo tener las cabezas de ganado que deseaba.
Al principio, en el ajetreo de la mudanza y la construcción, Pahom se sentía complacido, pero cuando se habituó comenzó a pensar que tampoco aquí estaba satisfecho. Quería sembrar más trigo, pero no tenía tierras suficientes para ello, así que arrendó más tierras por tres años. Fueron buenas temporadas y hubo buenas cosechas, así que Pahom ahorró dinero. Podría haber seguido viviendo cómodamente, pero se cansó de arrendar tierras ajenas todos los años, y de sufrir privaciones para ahorrar el dinero.
"Si todas estas tierras fueran mías -pensó-, sería independiente y no sufriría estas incomodidades."
Un día un vendedor de bienes raíces que pasaba le comentó que acababa de regresar de la lejana tierra de los bashkirs, donde había comprado seiscientas hectáreas por sólo mil rublos.
-Sólo debes hacerte amigo de los jefes -dijo- Yo regalé como cien rublos en vestidos y alfombras, además de una caja de té, y di vino a quienes lo bebían, y obtuve la tierra por una bicoca.
"Vaya -pensó Pahom-, allá puedo tener diez veces más tierras de las que poseo. Debo probar suerte."
Pahom encomendó a su familia el cuidado de la finca y emprendió el viaje, llevando consigo a su criado. Pararon en una ciudad y compraron una caja de té, vino y otros regalos, como el vendedor les había aconsejado. Continuaron viaje hasta recorrer más de quinientos kilómetros, y el séptimo día llegaron a un lugar donde los bashkirs habían instalado sus tiendas.
En cuanto vieron a Pahom, salieron de las tiendas y se reunieron en torno al visitante. Le dieron té y kurniss, y sacrificaron una oveja y le dieron de comer. Pahom sacó presentes de su carromato y los distribuyó, y les dijo que venía en busca de tierras. Los bashkirs parecieron muy satisfechos y le dijeron que debía hablar con el jefe. Lo mandaron a buscar y le explicaron a qué había ido Pahom.
El jefe escuchó un rato, pidió silencio con un gesto y le dijo a Pahom:
-De acuerdo. Escoge la tierra que te plazca. Tenemos tierras en abundancia.
-¿Y cuál será el precio? -preguntó Pahom.
-Nuestro precio es siempre el mismo: mil rublos por día.
Pahom no comprendió.
-¿Un día? ¿Qué medida es ésa? ¿Cuántas hectáreas son?
-No sabemos calcularlo -dijo el jefe-. La vendemos por día. Todo lo que puedas recorrer a pie en un día es tuyo, y el precio es mil rublos por día.
Pahom quedó sorprendido.
-Pero en un día se puede recorrer una vasta extensión de tierra -dijo.
El jefe se echó a reír.
-¡Será toda tuya! Pero con una condición. Si no regresas el mismo día al lugar donde comenzaste, pierdes el dinero.
-¿Pero cómo debo señalar el camino que he seguido?
-Iremos a cualquier lugar que gustes, y nos quedaremos allí. Puedes comenzar desde ese sitio y emprender tu viaje, llevando una azada contigo. Donde lo consideres necesario, deja una marca. En cada giro, cava un pozo y apila la tierra; luego iremos con un arado de pozo en pozo. Puedes hacer el recorrido que desees, pero antes que se ponga el sol debes regresar al sitio de donde partiste. Toda la tierra que cubras será tuya.
Pahom estaba alborozado. Decidió comenzar por la mañana. Charlaron, bebieron más kurniss, comieron más oveja y bebieron más té, y así llegó la noche. Le dieron a Pahom una cama de edredón, y los bashkirs se dispersaron, prometiendo reunirse a la mañana siguiente al romper el alba y viajar al punto convenido antes del amanecer.
Pahom se quedó acostado, pero no pudo dormirse. No dejaba de pensar en su tierra.
"¡Qué gran extensión marcaré! -pensó-. Puedo andar fácilmente cincuenta kilómetros por día. Los días ahora son largos, y un recorrido de cincuenta kilómetros representará gran cantidad de tierra. Venderé las tierras más áridas, o las dejaré a los campesinos, pero yo escogeré la mejor y la trabajaré. Compraré dos yuntas de bueyes y contrataré dos peones más. Unas noventa hectáreas destinaré a la siembra y en el resto criaré ganado."
Por la puerta abierta vio que estaba rompiendo el alba.
-Es hora de despertarlos -se dijo-. Debemos ponernos en marcha.
Se levantó, despertó al criado (que dormía en el carromato), le ordenó uncir los caballos y fue a despertar a los bashkirs.
-Es hora de ir a la estepa para medir las tierras -dijo.
Los bashkirs se levantaron y se reunieron, y también acudió el jefe. Se pusieron a beber más kurniss, y ofrecieron a Pahom un poco de té, pero él no quería esperar.
-Si hemos de ir, vayamos de una vez. Ya es hora.
Los bashkirs se prepararon y todos se pusieron en marcha, algunos a caballo, otros en carros. Pahom iba en su carromato con el criado, y llevaba una azada. Cuando llegaron a la estepa, el cielo de la mañana estaba rojo. Subieron una loma y, apeándose de carros y caballos, se reunieron en un sitio. El jefe se acercó a Pahom y extendió el brazo hacia la planicie.
-Todo esto, hasta donde llega la mirada, es nuestro. Puedes tomar lo que gustes.
A Pahom le relucieron los ojos, pues era toda tierra virgen, chata como la palma de la mano y negra como semilla de amapola, y en las hondonadas crecían altos pastizales.
El jefe se quitó la gorra de piel de zorro, la apoyó en el suelo y dijo:
-Ésta será la marca. Empieza aquí y regresa aquí. Toda la tierra que rodees será tuya.
Pahom sacó el dinero y lo puso en la gorra. Luego se quitó el abrigo, quedándose con su chaquetón sin mangas. Se aflojó el cinturón y lo sujetó con fuerza bajo el vientre, se puso un costal de pan en el pecho del jubón y, atando una botella de agua al cinturón, se subió la caña de las botas, empuñó la azada y se dispuso a partir. Tardó un instante en decidir el rumbo. Todas las direcciones eran tentadoras.
-No importa -dijo al fin-. Iré hacia el sol naciente.
Se volvió hacia el este, se desperezó y aguardó a que el sol asomara sobre el horizonte.
"No debo perder tiempo -pensó-, pues es más fácil caminar mientras todavía está fresco."
Los rayos del sol no acababan de chispear sobre el horizonte cuando Pahom, azada al hombro, se internó en la estepa.
Pahom caminaba a paso moderado. Tras avanzar mil metros se detuvo, cavó un pozo y apiló terrones de hierba para hacerlo más visible. Luego continuó, y ahora que había vencido el entumecimiento apuró el paso. Al cabo de un rato cavó otro pozo.
Miró hacia atrás. La loma se veía claramente a la luz del sol, con la gente encima, y las relucientes llantas de las ruedas del carromato. Pahom calculó que había caminado cinco kilómetros. Estaba más cálido; se quitó el chaquetón, se lo echó al hombro y continuó la marcha. Ahora hacía más calor; miró el sol; era hora de pensar en el desayuno.
-He recorrido el primer tramo, pero hay cuatro en un día, y todavía es demasiado pronto para virar. Pero me quitaré las botas -se dijo.
Se sentó, se quitó las botas, se las metió en el cinturón y reanudó la marcha. Ahora caminaba con soltura.
"Seguiré otros cinco kilómetros -pensó-, y luego giraré a la izquierda. Este lugar es tan promisorio que sería una pena perderlo. Cuanto más avanzo, mejor parece la tierra."
Siguió derecho por un tiempo, y cuando miró en torno, la loma era apenas visible y las personas parecían hormigas, y apenas se veía un destello bajo el sol.
"Ah -pensó Pahom-, he avanzado bastante en esta dirección, es hora de girar. Además estoy sudando, y muy sediento."
Se detuvo, cavó un gran pozo y apiló hierba. Bebió un sorbo de agua y giró a la izquierda. Continuó la marcha, y la hierba era alta, y hacía mucho calor.
Pahom comenzó a cansarse. Miró el sol y vio que era mediodía.
"Bien -pensó-, debo descansar."
Se sentó, comió pan y bebió agua, pero no se acostó, temiendo quedarse dormido. Después de estar un rato sentado, siguió andando. Al principio caminaba sin dificultad, y sentía sueño, pero continuó, pensando: "Una hora de sufrimiento, una vida para disfrutarlo".
Avanzó un largo trecho en esa dirección, y ya iba a girar de nuevo a la izquierda cuando vio un fecundo valle. "Sería una pena excluir ese terreno -pensó-. El lino crecería bien aquí.". Así que rodeó el valle y cavó un pozo del otro lado antes de girar. Pahom miró hacia la loma. El aire estaba brumoso y trémulo con el calor, y a través de la bruma apenas se veía a la gente de la loma.
"¡Ah! -pensó Pahom-. Los lados son demasiado largos. Este debe ser más corto." Y siguió a lo largo del tercer lado, apurando el paso. Miró el sol. Estaba a mitad de camino del horizonte, y Pahom aún no había recorrido tres kilómetros del tercer lado del cuadrado. Aún estaba a quince kilómetros de su meta.
"No -pensó-, aunque mis tierras queden irregulares, ahora debo volver en línea recta. Podría alejarme demasiado, y ya tengo gran cantidad de tierra.".
Pahom cavó un pozo de prisa.
Echó a andar hacia la loma, pero con dificultad. Estaba agotado por el calor, tenía cortes y magulladuras en los pies descalzos, le flaqueaban las piernas. Ansiaba descansar, pero era imposible si deseaba llegar antes del poniente. El sol no espera a nadie, y se hundía cada vez más.
"Cielos -pensó-, si no hubiera cometido el error de querer demasiado. ¿Qué pasará si llego tarde?"
Miró hacia la loma y hacia el sol. Aún estaba lejos de su meta, y el sol se aproximaba al horizonte.
Pahom siguió caminando, con mucha dificultad, pero cada vez más rápido. Apuró el paso, pero todavía estaba lejos del lugar. Echó a correr, arrojó la chaqueta, las botas, la botella y la gorra, y conservó sólo la azada que usaba como bastón.
"Ay de mí. He deseado mucho, y lo eché todo a perder. Tengo que llegar antes de que se ponga el sol."
El temor le quitaba el aliento. Pahom siguió corriendo, y la camisa y los pantalones empapados se le pegaban a la piel, y tenía la boca reseca. Su pecho jadeaba como un fuelle, su corazón batía como un martillo, sus piernas cedían como si no le pertenecieran. Pahom estaba abrumado por el terror de morir de agotamiento.
Aunque temía la muerte, no podía detenerse. "Después que he corrido tanto, me considerarán un tonto si me detengo ahora", pensó. Y siguió corriendo, y al acercarse oyó que los bashkirs gritaban y aullaban, y esos gritos le inflamaron aún más el corazón. Juntó sus últimas fuerzas y siguió corriendo.
El hinchado y brumoso sol casi rozaba el horizonte, rojo como la sangre. Estaba muy bajo, pero Pahom estaba muy cerca de su meta. Podía ver a la gente de la loma, agitando los brazos para que se diera prisa. Veía la gorra de piel de zorro en el suelo, y el dinero, y al jefe sentado en el suelo, riendo a carcajadas.
"Hay tierras en abundancia -pensó-, ¿pero me dejará Dios vivir en ellas? ¡He perdido la vida, he perdido la vida! ¡Nunca llegaré a ese lugar!"
Pahom miró el sol, que ya desaparecía, ya era devorado. Con el resto de sus fuerzas apuró el paso, encorvando el cuerpo de tal modo que sus piernas apenas podían sostenerlo. Cuando llegó a la loma, de pronto oscureció. Miró el cielo. ¡El sol se había puesto! Pahom dio un alarido.
"Todo mi esfuerzo ha sido en vano", pensó, y ya iba a detenerse, pero oyó que los bashkirs aún gritaban, y recordó que aunque para él, desde abajo, parecía que el sol se había puesto, desde la loma aún podían verlo. Aspiró una buena bocanada de aire y corrió cuesta arriba. Allí aún había luz. Llegó a la cima y vio la gorra. Delante de ella el jefe se reía a carcajadas. Pahom soltó un grito. Se le aflojaron las piernas, cayó de bruces y tomó la gorra con las manos.
-¡Vaya, qué sujeto tan admirable! -exclamó el jefe-. ¡Ha ganado muchas tierras!
El criado de Pahom se acercó corriendo y trató de levantarlo, pero vio que le salía sangre de la boca. ¡Pahom estaba muerto!
Los pakshirs chasquearon la lengua para demostrar su piedad.
Su criado empuñó la azada y cavó una tumba para Pahom, y allí lo sepultó. Dos metros de la cabeza a los pies era todo lo que necesitaba.

viernes, 25 de junio de 2010

El escape (Este relato es mío, esta vez no es fragmento de nadie mas :))

Se encontraba corriendo sin dirección aparente. No era demasiado veloz ni tampoco muy ágil, pero en su forma de hacerlo, denotaba que estaba huyendo. Este personaje, llamado por algunos “un hombre con mente de niño”, corría incansablemente. No frenaba su huída más que por algunos momentos, cuando su respiración se volvía demasiado agitada o sentía algún dolor fuerte en algún músculo. El resto del tiempo escapaba. Corría, saltaba y esquivaba; ramas, follaje, arbustos, piedras, todo lo que en su camino lo demoraba. Escapaba sí, pero no era consciente de qué. Sólo poseía la certeza de que si se detenía demasiado tiempo y era alcanzado, estaría perdido, él y su libertad. No escuchaba los pasos ni sus voces, sin embargo sabía que seguían tras él, y lo peor de todo, que la distancia que los separaba se hacía más y más corta.
Este individuo, con un correr ya deteriorado por el cansancio, divisó un pequeño cauce de agua que discurría cerca suyo y decidió seguir su dirección. Continuó con su marcha, llevando su cansancio y su dolor a límites que no había conocido, con una esperanza casi menguada por completo, pero que suponía el único motor para impulsarse a seguir.
Y fue así que continuó su andar a la par de ese cauce de agua. Éste se ensanchó, primero lentamente, y luego creciendo desmesuradamente hasta desembocar abruptamente en una gran laguna. Este hombre-con-mente-de-niño miró a su alrededor, aquella laguna se imponía delante suyo, y conformaba un adversario formidable. Al principio pensó en cruzarla nadando, tal vez sus perseguidores no supieran nadar, o pensaran tal vez que no valiera la pena el esfuerzo de mojarse para seguirlo, pero después se enfrento con la más cruda verdad: estaba fatigado, más cansado de lo que podía soportar. Nadar aquella extensión de agua que se apropiaba del paisaje casi por completo, era impensable. Rodearla ya suponía un reto desafiante estando en un estado óptimo, el cual no coincidía ni cercanamente con el suyo.
Se arrojó de rodillas al suelo violentamente: toda esperanza tenía un límite. Arrastrándose se dejo convencer de su derrota, la intuición le aseguraba que sus futuros captores no habían disminuido ni un ápice en su tarea de apresarlo, y se encontraban próximos a su encuentro. La tristeza y él fueron uno solo, no existe consuelo ni remedio en el corazón de un hombre que decide dejar de pelear. Sin embargo él no derramó una sola lágrima, sólo inclino su rostro para beber algo de aquél agua que tenía por delante. Y en ese preciso momento, ocurrió lo inesperado.
¿Quién era aquel hombre que se encontraba frente al agua?¿Por qué se encontraba en ese lugar solo, sucio y descalzo, herido y con las ropas hechas casi un desperdicio? Ese rostro llamaba su atención por alguna razón, y poseía sin duda alguna signos del paso del tiempo. No era un niño, ni un adolescente, sin embargo lo que más desgastaba la imagen de este hombre eran sus ojos: su mirada se hallaba… ¿Perdida?

Súbitamente comprendí que era lo que no encajaba en este cuerpo. Observando una vez más mi reflejo en el agua vi este cuerpo maltrecho, mi cuerpo, y comprendí porque esos ojos estaban antes vacíos. ¿Adulto con mentalidad de niño? No, un niño encerrado en este cuerpo que se deteriora con el paso del tiempo.
Me di vuelta con la certeza de que mis perseguidores estaban a mis espaldas decidido a mirarlos cara a cara y sabiendo exactamente a que me enfrentaba. Divisé lo que antes me atemorizaba y me hacía huir. Algunos eran seres apenas corpóreos, figuras etéreas y amorfas que de alguna manera se mantenían de pie. Otros, eran personas, la mayoría bien vestidos y con ropa tan elegante que pareciera que eran personas realmente importantes. Tanto los unos como los otros me miraban fijamente: los seres etéreos, mis fantasmas, y los humanos, seres muertos en vida.
El rostro, mi rostro, seguía siendo el mismo: sucio, herido, cansado y envejecido. Pero mis ojos, aquellos ojos antes vacíos, refulgían cual hierro incandescente. Y ese cambio tal vez pequeño en mi ser, era el que marcaba la diferencia en el resultado de este episodio. Sí, ellos me miraban fijamente, pero los que estaban aterrados ahora eran los “perseguidores”.
Me levante lentamente y mirándolos les hable con firmeza:
-Quedan desterrados para siempre de mi vida- y en ese momento esos fantasmas del pasado empezaron a agitarse, convulsionados por un resplandor que los hirvió de principio a fin, si pudiera atribuírseles un rostro, este debía supurar rabia y angustia, angustia porque no pudieron llevar a cabo su fin, y rabia por que desaparecieron de la existencia en pocos segundos.
-Ustedes no tendrán poder sobre mí nunca más- continué diciendo con mi mirada esta vez dirigida a esos “humanos” muertos en vida, que empezaron a huir despavoridos comprendiendo que no podrían hacerme daño nunca más. Tal vez rogando que si lograban salir exitosos de este encuentro llegarían a estar a la caza de algún otro como yo, que en su momento se deje arrastrar por sus envidias y deseos de apresarlo y no lo dejen simplemente ser.

martes, 15 de junio de 2010

Ajedrez - Jorgue Luis Borges



I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

viernes, 4 de junio de 2010

El viejo Samurai (Leyenda Japonesa)



Había una vez en el antiguo Japón, un viejo samurai , ya retirado que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario samurai.
Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate. Sabiendo de la fama del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible.
El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible.
Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró. Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
-Si alguien te hace un regalo y tu no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo?-
Preguntó el samurai.
-A quién intentó entregarlo-
Respondió un discípulo.
-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia,cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Dijo el maestro.

miércoles, 2 de junio de 2010

Otro Fragmento de la saga: "La rueda del tiempo 12, los Asha´man" de Robert Jordan

"—Necesitáis un nombre. En la Antigua Lengua, «Aes Sedai» significa «siervos de todos» o algo muy parecido. La traducción de la Antigua Lengua no es fácil. —En lo que a él se refería, conocía sólo unas pocas palabras, algunas aprendidas a través de Asmodean, un puñado por parte de Moraine y otras pocas de las que le habían llegado por los balbuceos de Lews Therin. Bashere le había facilitado las que necesitaba, no obstante—. Otro término en la antigua Lengua es asha'man. Significa «custodio» o «custodios». O «defensor» o «guardián» o tal vez un par de cosas más; como os he dicho antes, la interpretación de la Antigua Lengua es muy flexible. «Custodio» parece lo más adecuado, sin embargo. No simplemente un defensor o guardián cualquiera, empero. No se podría llamar asha'man a un hombre que defiende una causa injusta y jamás una que sea perversa. Un asha'man era un hombre que defendía la verdad, la justicia y el derecho de todos. Un guardián que ni siquiera se doblegaría cuando ya no quedara esperanza. —La Luz sabía que la esperanza desaparecería cuando llegara el Tarmon Gai'don, si no antes—. Estáis aquí para convertiros en eso. Cuando hayáis terminado vuestro adiestramiento seréis Asha'man."

domingo, 30 de mayo de 2010

La rueda del tiempo 12: "Los Asha´man"- de Robert Jordan



"Entre tanto, hasta que vuelvas, recuerda esto: siempre estamos más asustados de lo que querríamos, pero siempre podemos ser más valientes de lo que esperamos. Sé fiel a tu corazón, y las Aes Sedai no podrán dañar lo que eres realmente, tu espíritu."

lunes, 24 de mayo de 2010

Fragmento de "Jolstomer" de León Tolstoi

"Comprendí muy bien lo que decían acerca de los azotes y el cristianismo. Pero Quedó completamente oscura para mí, por aquel entonces la palabra su, por la que pude deducir que la gente establecía un vínculo entre el jefe de las caballerizas y yo. Entonces no pude comprender el modo alguno en qué consistía aquel vinculo.
Sólo mucho después, cuando me separaron de los demás caballos, me expliqué lo que significaba aquello. En esa época, no era capaz de entender lo que significaba el que yo era propiedad de un hombre. Las palabras mi caballo, que se referían a mí, a un caballo vivo, me resultaban tan extrañas como las palabras: mi tierra, mi aire, mi agua.
Sin embargo, ejercieron una enorme influencia sobre mí. Sin cesar, pensaba en ellas; y sólo después de un largo trato con los seres humanos me expliqué, por fin, la significación que les atribuyen. Quieren decir lo siguiente: los hombres no gobiernan en la vida con hechos, sino con palabras. No le preocupa tanto la posibilidad de hacer o dejar hacer algo, como la de hablar de distintos objetos, mediante palabras convencionales. Tales palabras, que consideran muy importantes, son, sobre todo: mío o mía: tuyo o tuya. Las aplican a toda clase de cosas y seres. Incluso a la tierra, a sus semejantes y a los caballos.
Además, han convenido en que uno sólo puede decir mío a una cosa determinada. Y aquel que puede aplicar el término mío a un número mayor de cosas, según el juego es convenido, se considera la persona mas feliz. No sé porqué las cosas son de este modo; pero me consta que son así. Durante mucho tiempo, traté de explicarme esto, suponiendo que redundaba en algún provecho directo; pero me resulto inexacto.
Muchas personas de las que me llamaban su caballo ni me montaban siquiera; y en cambio, lo hacían otros. No eran ellos los que me daban de comer, sino otros extraños. Tampoco eran ellos los que me hacían bien, sino los cocheros, los herreros y, por lo general, personas ajenas. Posteriormente, cuando hube ensanchado el círculo de mis observaciones, me convencí de que no sólo respecto de nosotros, los caballos, el concepto mío no tiene ningún fundamento que un bajo instinto animal, que los hombres llaman sentimiento o derecho de propiedad. El hombre dice: "mi casa": pero nunca vive en ella. Hay gentes que llaman a la tierra "mi tierra", pero nunca la han visto y jamás la han recorrido. Hay hombres que llaman a algunas mujeres "mi mujer", "mi esposa" y, sin embargo, éstas viven con otros hombres. Las gentes no buscan en la vida hacer lo que ellos consideran el bien, sino la manera de poder decir mío del mayor número posible de cosas. Ahora estoy persuadido de que en esto estriba la diferencia esencial entre nosotros y los hombres. Por tanto, sin hablar ya de otras prerrogativas nuestras, sólo por este hecho podemos decir, con seguridad, que entre los seres vivos nos hallamos un escalón más alto que los hombres. La actividad de los hombres, al menos de los hombres con quienes tuve trato yo, se traduce en palabras, mientras que la nuestra se manifiesta en hechos".

jueves, 20 de mayo de 2010

The only exception




When i was younger
I saw my daddy cry
And cursed at the wind
He broke his own heart
And i watched
As he tried to reassemble it,

And my momma swore that
She would never let herself forget
And that was the day i promised
Id never sing of love
If it does not exist

But darlin,
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception

Maybe i know, somewhere
Deep in my soul
That love never lasts
And we've got to find other ways
To make it alone
Or keep a straight face

And i've always lived like this
Keeping a comfortable, distance
And up until now
I had sworn to myself that i was content
With loneliness

Cos none of it was ever worth the risk, but

You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception

Ive got a tight grip on reality
But i cant
Let go of what's in front of me here
I know your leaving
In the morning, when you wake up
Leave me with some proof its not a dream

Ohh---

You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception
You, are, the only exception

And im on my way to believing it.
Oh, And Im on my way to believing it.

jueves, 13 de mayo de 2010

Un poco de rol...


Esta historia la creé para un personaje de un juego de rol. Puede faltarle algunas cosas, pero tengan en cuenta:
1- Que había q escribirla en un corto tiempo
2- Que la historia es para ambientar a mi personaje, para explicar el porque de su personalidad, el porque de cuando lo inserto en el juego tiene cierto modo de ver las cosas. Sin mas preámbulos esta es la historia de Cael-dan, mi elfo druída :).


Cael-dan nació en una pequeña comarca, criado bajo las viejas y estrictas costumbres y creencias del clan Amino-vathar. Su padre era líder de los exploradores y su madre una talentosa artesana. Juntos criaron a Cael-dan y a su hermano Caz-adar en un ambiente feliz y de una estricta disciplina, lo cual lograron exitosamente durante muchos años.
Cael-dan al igual que su hermano al crecer empezaron a descreer paulatinamente de lo que le enseñaban sus mayores en su comarca, y en parte a cuestionar algunas de las normas que en ese sitio eran "incuestionables". A pesar de la ira que esto provocó en sus padres y en la mayoría de los ancianos que dirigían ese lugar, ellos siguieron cuestionando y estableciendo sus propias normas de conducta, lo que llevó a que la situación de convivencia sea tensa, al punto de plantearse abandonar el lugar y salir en busca de su propio sendero.
Una noche de verano, los dos hermanos se fugaron llevando sólo las ropas que tenian puestas y apenas provisiones. Pasaron años caminando errantes entre pueblos, reinos y lugares salvajes antes de que Caz-adar se cansara y decidiera asentarse en una gran urbe humana. Su hermano, por el contrario, no se sintió a gusto y quiso continuar viaje, se despidió de su hermano y se desearon lo mejor en su busqueda.
Luego de separarse, encontrándose todavía en un lugar cercano de donde partió, Cael-dan divisó una arboleda druídica e intrigado se adentró en sus dominios. Los druídas habitantes del lugar, aunque primero enfadados por su intromisión, vieron su espíritu turbado y lo aceptaron, lo cual no significó que su entrada haya sido fácil a su sociedad. Él tuvo que pasar las mas duras pruebas y sólo cuando vieron que su interior tenía la fortaleza suficiente, comenzaron con su enseñanza. Ellos le enseñaron a callar, y a aprender con el tiempo y la perseverancia a encontrar, donde antes solo había palabras vacías, el silencio. Y ese silencio le mostró a partir de entonces, siempre la dirección a seguir, el curso que debía tomar. "La voluntad del bosque" le llamaban, y ahi mismo dentro de su persona, pudo encontrarla y re-encontrarse. Aprendió del murmullo del río, del vuelo del ave, de la templanza del árbol y la camaradería del lobo. Cada cosa dentro del bosque tenía su razón de ser y su rol dentro del mismo y cuando empezo a contemplar eso ansió cada vez mas encontrar su lugar en este mundo y por sobretodo, su misión.
De de la mano de Obad hai, su nuevo protector y sus hermanos druidas Cael-dan tomó un nuevo nombre: Damlithael (en la antigua lengua: "murmullo del agua") y asi será llamado a partir de entonces...

jueves, 6 de mayo de 2010

Capítulo 1: " Botella al mar para el dios de las palabras "

Luego de haber pensado mejor de que se va a tratar el blog, decidí que voy a publicar cosas de mi interés particular. Se que, por un lado, un blog es algo público y que tal vez espere algún día llegar a que otras personas lo lean y con suerte que puedan comentar e interactuar conmigo a través de lo que publico. Pero sin embargo, también se que quiero expresarme mas allá de un interlocutor existente o no.
Así que, en conclusión, publicaré ciertas cosas que me interesan que pueden ser, canciones, fragmentos de textos ajenos o míos, vídeos con algún mensaje particular, frases o cualquier cosa que me inspire y porque no motive y pueda plasmarlo en este blog, así en algún momento determinado sea trasmitido a algún otro, o simplemente pueda releerlo y me modifique y vuelva a inspirar sólo a mí, en el peor de los casos.

El texto elegido para hoy es de García Marquez y mas allá de la polémica que desató en el momento que eligió para decirlo (Primer Congreso Internacional de la Lengua Española) abrió un debate sobre algunas cuestiones que son interesantes, en algunas coincido mas y en otras menos, pero al que lo lea me gustaría escuchar otras voces y opiniones al respecto:



" A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, ademas, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor.
No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber como se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en los Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga cincuenta y cuatro significados, mientras en la república del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aun no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero, dijo: ``Parece un faro''. Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazo un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que Don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejo escrito de su puño y letra que el amarillo es el color de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso?

Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempos no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa.

En ese sentido, me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. Y que de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?

Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que les lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis doce años."


[ Declaraciones de García Márquez para La Jornada, México, 8 de abril de 1997]

miércoles, 5 de mayo de 2010

Introducción


Antes que comentar sobre lo que este blog va a tratar (ni yo lo tengo aún bien definido) me gustaría dar a conocer el porque del nombre elegido.

"La palabra esencia proviene del latín essentia que a su vez proviene del infinitivo del verbo latino esse, ser = existir[...]La esencia designa en metafísica la realidad de la identidad de un ser[...]" Extraído de Wikipedia.


También Wikipedia nos dice lo siguiente al respecto:

"Cuenta la leyenda que el Fénix vivía en el Jardín del Paraíso, y estaba anidando en el rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró saltó una chispa y prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas. Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía, no se sabe si por el fuego que él mismo provocaba o por causa accidental. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada 500 años."


A estas definiciones, mas o menos aproximadas, se le suma mi deseo y concepción de como vivir la vida, con la esencia de un Fénix, renaciendo después de cada golpe, caía, tropiezo y mala experiencia. Estando dispuesto a renunciar a todo lo que antes considere como indispensable, envolviéndolo y envolviéndome en un nido de fácil ignición, para que nada me ate a poder renacer y seguir avanzando de una manera nueva y fresca. Ese es mi deseo y mensaje para cualquiera que visite este blog o me conozca.



Bienvenidos a Esencia Fénix.