viernes, 25 de junio de 2010

El escape (Este relato es mío, esta vez no es fragmento de nadie mas :))

Se encontraba corriendo sin dirección aparente. No era demasiado veloz ni tampoco muy ágil, pero en su forma de hacerlo, denotaba que estaba huyendo. Este personaje, llamado por algunos “un hombre con mente de niño”, corría incansablemente. No frenaba su huída más que por algunos momentos, cuando su respiración se volvía demasiado agitada o sentía algún dolor fuerte en algún músculo. El resto del tiempo escapaba. Corría, saltaba y esquivaba; ramas, follaje, arbustos, piedras, todo lo que en su camino lo demoraba. Escapaba sí, pero no era consciente de qué. Sólo poseía la certeza de que si se detenía demasiado tiempo y era alcanzado, estaría perdido, él y su libertad. No escuchaba los pasos ni sus voces, sin embargo sabía que seguían tras él, y lo peor de todo, que la distancia que los separaba se hacía más y más corta.
Este individuo, con un correr ya deteriorado por el cansancio, divisó un pequeño cauce de agua que discurría cerca suyo y decidió seguir su dirección. Continuó con su marcha, llevando su cansancio y su dolor a límites que no había conocido, con una esperanza casi menguada por completo, pero que suponía el único motor para impulsarse a seguir.
Y fue así que continuó su andar a la par de ese cauce de agua. Éste se ensanchó, primero lentamente, y luego creciendo desmesuradamente hasta desembocar abruptamente en una gran laguna. Este hombre-con-mente-de-niño miró a su alrededor, aquella laguna se imponía delante suyo, y conformaba un adversario formidable. Al principio pensó en cruzarla nadando, tal vez sus perseguidores no supieran nadar, o pensaran tal vez que no valiera la pena el esfuerzo de mojarse para seguirlo, pero después se enfrento con la más cruda verdad: estaba fatigado, más cansado de lo que podía soportar. Nadar aquella extensión de agua que se apropiaba del paisaje casi por completo, era impensable. Rodearla ya suponía un reto desafiante estando en un estado óptimo, el cual no coincidía ni cercanamente con el suyo.
Se arrojó de rodillas al suelo violentamente: toda esperanza tenía un límite. Arrastrándose se dejo convencer de su derrota, la intuición le aseguraba que sus futuros captores no habían disminuido ni un ápice en su tarea de apresarlo, y se encontraban próximos a su encuentro. La tristeza y él fueron uno solo, no existe consuelo ni remedio en el corazón de un hombre que decide dejar de pelear. Sin embargo él no derramó una sola lágrima, sólo inclino su rostro para beber algo de aquél agua que tenía por delante. Y en ese preciso momento, ocurrió lo inesperado.
¿Quién era aquel hombre que se encontraba frente al agua?¿Por qué se encontraba en ese lugar solo, sucio y descalzo, herido y con las ropas hechas casi un desperdicio? Ese rostro llamaba su atención por alguna razón, y poseía sin duda alguna signos del paso del tiempo. No era un niño, ni un adolescente, sin embargo lo que más desgastaba la imagen de este hombre eran sus ojos: su mirada se hallaba… ¿Perdida?

Súbitamente comprendí que era lo que no encajaba en este cuerpo. Observando una vez más mi reflejo en el agua vi este cuerpo maltrecho, mi cuerpo, y comprendí porque esos ojos estaban antes vacíos. ¿Adulto con mentalidad de niño? No, un niño encerrado en este cuerpo que se deteriora con el paso del tiempo.
Me di vuelta con la certeza de que mis perseguidores estaban a mis espaldas decidido a mirarlos cara a cara y sabiendo exactamente a que me enfrentaba. Divisé lo que antes me atemorizaba y me hacía huir. Algunos eran seres apenas corpóreos, figuras etéreas y amorfas que de alguna manera se mantenían de pie. Otros, eran personas, la mayoría bien vestidos y con ropa tan elegante que pareciera que eran personas realmente importantes. Tanto los unos como los otros me miraban fijamente: los seres etéreos, mis fantasmas, y los humanos, seres muertos en vida.
El rostro, mi rostro, seguía siendo el mismo: sucio, herido, cansado y envejecido. Pero mis ojos, aquellos ojos antes vacíos, refulgían cual hierro incandescente. Y ese cambio tal vez pequeño en mi ser, era el que marcaba la diferencia en el resultado de este episodio. Sí, ellos me miraban fijamente, pero los que estaban aterrados ahora eran los “perseguidores”.
Me levante lentamente y mirándolos les hable con firmeza:
-Quedan desterrados para siempre de mi vida- y en ese momento esos fantasmas del pasado empezaron a agitarse, convulsionados por un resplandor que los hirvió de principio a fin, si pudiera atribuírseles un rostro, este debía supurar rabia y angustia, angustia porque no pudieron llevar a cabo su fin, y rabia por que desaparecieron de la existencia en pocos segundos.
-Ustedes no tendrán poder sobre mí nunca más- continué diciendo con mi mirada esta vez dirigida a esos “humanos” muertos en vida, que empezaron a huir despavoridos comprendiendo que no podrían hacerme daño nunca más. Tal vez rogando que si lograban salir exitosos de este encuentro llegarían a estar a la caza de algún otro como yo, que en su momento se deje arrastrar por sus envidias y deseos de apresarlo y no lo dejen simplemente ser.

3 comentarios:

  1. Si publico que me encantó, estaría escribiendo mucho menos de lo que me pareció el relato.
    Es genial tu manera de escribir, de transmitir. Adoro esto que haces y en verdad siento felicitarte. Te amo panchi (:

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  2. wiii yo lo lei antes wiii
    =)
    nunca habia entrado en tu blog, esta muy bueno daris

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  3. Uhhhhhhhhhhhh me reee pegoo!
    Grande Daris!

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